Pocas cosas me parecen tan buenas como comerme una sabrosísima fresa de imperante color rojo, y más todavía si es en Agosto, la unión de calor y sabor tan característico de la fruta de verano.
Además de la cosecha del balconcito de casa.
Una pequeña explosión de placer gustativo a veces para compartir y otras para comermelas yo sola.
Esperando más para el año que viene, para poderlas compartir.
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